Le pedimos a Jesús que durante este Mes podamos ir experimentando el gozo de
caminar juntos en la fe, agradeciendo la oportunidad que Dios nos regala de
ayudar a sus hijos, nietos o niños a su cuidado, a crecer en cercanía y amor a
María, nuestra Madre. Ojalá tod@s podamos aprovechar este mes para seguir profundizando en el misterioso amor de la joven nazarena
que se entregó con totalidad a la voluntad de Dios.
Mi Compañera
"Nuestra Señora -decía Teresa de Calcuta- me acompaña en todos los viajes; la
llamo mi Compañera desde que un día, en Berhampur, le dije al capellán de las Hermanas
que me regalase una imagen de María Milagrosa con las manos abiertas, derramando gracias
sobre el mundo. Aceptó encantado, embaló la imagen y la llevó a la estación. Era una
imagen muy grande, casi de tamaño natural, así que el jefe de estación quería que la
facturase y pagase la correspondiente tarifa. Pero yo tenía un pase en los ferrocarriles
para mí y una compañera, así que le dije: "ésta es mi compañera..." y me
dejó viajar con la imagen sin pagar nada por ello. Desde entonces, la Virgen me acompaña
siempre en mis desplazamientos. Nunca viajo sola" .
No está completa
La plaza de San Pedro, en Roma, durante siglos no ha tenido una imagen de la Virgen. Un amigo mío, universitario, en mayo de 1980, al ver tantas estatuas e imágenes en la plaza comentó: "¡Falta la Virgen!; si tengo oportunidad, se lo digo al Papa". A los pocos días, en una audiencia de Juan Pablo II con universitarios, el Papa iba saludando por el pasillo central del aula a los más cercanos. Cuando pasó cerca de este amigo, le dijo: "Santo Padre: en la plaza de San Pedro no está la Virgen, no está la Madonna ... ". Juan Pablo II lo pensó un momento y le contestó en castellano: "La Plaza no está completa ... Habrá que terminarla, habrá que terminarla ... ".
Al año siguiente, en 1981, el Papa inauguraba un mosaico grande dedicado a María, Madre de la Iglesia, que se encuentra en una fachada, sobre la plaza. "Me alegra inaugurar este testimonio de nuestro amor ( ... ), que todos los que vengan a esta plaza de San Pedro eleven la mirada a nuestra Señora, para dirigirle ( ... ) un saludo personal".
La plaza de San Pedro, en Roma, durante siglos no ha tenido una imagen de la Virgen. Un amigo mío, universitario, en mayo de 1980, al ver tantas estatuas e imágenes en la plaza comentó: "¡Falta la Virgen!; si tengo oportunidad, se lo digo al Papa". A los pocos días, en una audiencia de Juan Pablo II con universitarios, el Papa iba saludando por el pasillo central del aula a los más cercanos. Cuando pasó cerca de este amigo, le dijo: "Santo Padre: en la plaza de San Pedro no está la Virgen, no está la Madonna ... ". Juan Pablo II lo pensó un momento y le contestó en castellano: "La Plaza no está completa ... Habrá que terminarla, habrá que terminarla ... ".
Al año siguiente, en 1981, el Papa inauguraba un mosaico grande dedicado a María, Madre de la Iglesia, que se encuentra en una fachada, sobre la plaza. "Me alegra inaugurar este testimonio de nuestro amor ( ... ), que todos los que vengan a esta plaza de San Pedro eleven la mirada a nuestra Señora, para dirigirle ( ... ) un saludo personal".
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